Triunfo de comunidades Mayas sobre Monsanto
Anulan autorización a Monsanto para cultivar soya transgénica en Yucatán
Ordena a la Sagarpa que realice una consulta entre los pobladores antes de expedir otro permiso
Los polígonos donde autoridades permitieron la siembra coinciden con zonas de cría de abejas
El Juez Primero de Distrito del Estado anuló el permiso que la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación otorgó a la empresa Monsanto para la siembra comercial de soya transgénica en la entidad, informó la representante legal de Greenpace México, María Colín Olmos.
23 de julio 2014.-Dictamen del juzgado primero de distrito anuló un permiso que la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) otorgó a la empresa Monsanto para que cultivara soya transgénica en Yucatán, lo que perjudicaría a miles de productores de miel.
El tribunal argumentó que el permiso de la Sagarpa ponía en riesgo la producción de miel mexicana en Campeche, Quintana Roo y Yucatán.
El fallo respondió a un amparo que apicultores mayas tramitaron contra la resolución de la Sagarpa, que en 2012 autorizó, con aval de Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la siembra de 253 mil 500 hectáreas de soya transgénica en siete estados de la República, entre ellos Yucatán.
Con esta decisión del juzgado queda prohibida por ahora la siembra de soya transgénica en escala comercial en Yucatán. Esta sentencia se suma a las que en marzo y abril de este año emitió el juzgado segundo de distrito de Campeche, que al resolver dos juicios de amparo presentados por apicultores mayas radicados en Campeche contra el mismo permiso también determinó que se violó el derecho de las comunidades mayas a ser consultadas, así como el procedimiento previsto en la propia Ley de Bioseguridad, señaló Jorge Fernández, del colectivo MA OGM, en conferencia de prensa que se ofreció este martes en las oficinas locales de Greenpeace.
Foto: Educe |
El 27 de febrero de 2012, las agrupaciones Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (Unorca), Miel Integradora SA de CV, Sociedad de Solidaridad Social Apícola Maya de Yucatán, la Organización de Litigio Estratégico de Derechos Humanos (Litiga OLE) y Greenpeace demandaron a los titulares de la Sagarpa, Enrique Martínez y Martínez, y de la Semarnat, Juan José Guerra Abud, por el otorgamiento del permiso para siembra comercial de soya transgénica.
El juzgado primero de distrito, que resolvió el amparo en favor de los apicultores mayas, reconoció que éstos podrían resultar afectados en sus bienes económicos, laborales y ambientales por la liberación o cultivo de soya transgénica. También desechó los argumentos de las autoridades demandadas y de Monsanto, que exigieron a los apicultores mayas pruebas científicas plenas de que los permisos otorgados influían negativamente en la producción de miel.
La autoridad judicial ordenó a la Sagarpa que efectúe una consulta pública en los municipios indígenas yucatecos de Santa Elena, Ticul, Oxkutzcab, Tekax, Tzucacab, Peto y Tizimín antes de expedir cualquier otro permiso de soya transgénica a nivel comercial.
La Semarnat determinó el 11 de mayo de 2012 que la liberación al ambiente de soya genéticamente modificada no implica riesgo alguno, y el 6 de junio de ese año la Sagarpa aprobó a Monsanto Comercial SA de CV (proveedor global de tecnología y productos para la agricultura) el cultivo a escala comercial de su semilla en la península de Yucatán.
El permiso se otorgó a pesar de que las siembras piloto y experimental de soya genéticamente modificada habrían contaminado 40 toneladas de miel producidas en la península de Yucatán, lo que impidió comercializarla en la Unión Europea en 2012.
La autorización también ignoró los siete amparos que interpusieron organizaciones y comercializadoras de miel para evitar la nueva autorización.
Existe coincidencia geográfica entre las zonas de producción de miel en la península de Yucatán y los polígonos propuestos de liberación al ambiente de soya genéticamente modificada, según observó la Comisión Nacional para el Conocimiento y el Uso de la Biodiversidad en el análisis de riesgo 007/2012. El documento concluye: No se considera viable la liberación en los polígonos solicitados. A partir de allí las organizaciones de productores entablaron la denuncia ante el juzgado primero de distrito.
Ximena Ramos, asesora de Litiga OLE, indicó que la resolución es “muy relevante porque hace valer el principio de multiculturalidad contenido en la Constitución, así como el derecho a la consulta previa, que procede para casos de posible afectación. Es decir, no se requiere que el daño esté probado. En tercer lugar, reconoce el principio 10 de la Declaración de Río”.
¿Qué dice Monsanto?
Desde su sede en México se indica que la gigante trasnacional, especializada en investigaciones tecnológicas agrícolas (en su sitio de internet dicen que invierte US$2 millones diarios en investigar), no está concediendo entrevistas sobre el tema.
Sin embargo, luego del dictamen en Yucatán dio a conocer un comunicado en el que fija su posición, el cual fue entregado a BBC Mundo.
En él se indica que “cualquier afectación resultante de la liberación de organismos genéticamente modificados debe ser evaluada por las autoridades competentes en estricto apego a la ley y con base en evidencias y estudios científicos concluyentes”.
Se agrega que durante la rueda de prensa en la que se dio a conocer el fallo “terceros distintos a quienes interpusieron el amparo” divulgaron información “que genera confusión ante la opinión pública”.
Esa información, añaden, también “ignora la afectación que incide sobre los productores de soya de la región, quienes han subsistido su cultivo durante años y tienen derecho a acceder de forma voluntaria a mejores tecnologías agrícolas en beneficio propio de sus familias”.
En el comunicado también se anuncia que Monsanto está analizando el amparo “a efecto de interponer los recursos que por ley le asisten para defender sus derechos”.
Además de en México, Monsanto sostiene -o ha sostenido- batallas jurídicas en diferentes partes del mundo, como Estados Unidos, Brasil (donde los cultivos trasngénicos ya superarían a los naturales), Chile o Francia.
La miel de la melipona
México es el tercer exportador de miel a nivel mundial (detrás de Argentina y China) y el sexto productor global. Según reportes, anualmente se producen en este país unas 57 mil toneladas de miel.
Más del 40% de la miel mexicana proviene de la llamada península de Yucatán, que se adentra como una espuela en el Mar Caribe y que incluye al estado del mismo nombre, así como a Campeche y Quintana Roo.
Casi la totalidad de la miel que produce la península -donde unas 30 mil familias dependen de su cultivo- se exporta a la Unión Europea. Uno de los temores que existen entre los apicultores es que la UE rechace su miel si encuentra que supera los limites aceptados de polen transgénico.
Y la miel más preciada de Yucatán es la que proviene de la abeja melipona, que puede venderse hasta por diez veces el precio de la miel común.
La voz de Leydi Pech se endulza cuando habla de ella.
“Es una abeja ancestral que los mayas hemos utilizado por mucho tiempo. Para nuestro consumo y para curarnos. Lo que tiene de especial esta abejita es que selecciona la floración que recolecta. También produce menos cantidad de miel”, dice a BBC Mundo con el español golpeado que caracteriza a los maya-hablantes.
Luego, un toque de hiel: “es una abeja que está en peligro de extinción en la península de Yucatán”.
El cultivo de la miel entre los mayas es prehispánico. En un estudio, la doctora Alejandra García Quintanilla, de la Universidad Autónoma de Yucatán, indica que tanto en la cerámica del período maya clásico (200 a 1.000 DC), como en los libros del Chilam Balam, se encuentran testimonios sobre la importancia de este néctar en la vida de las comunidades indígenas.
Es un conocimiento que sigue vivo: Leydi aprendió todo lo que sabe de la apicultura a los doce años, de su abuelo. Él, a su vez, recibió el saber de sus padres.
“Lo que más recuerdo de lo que me enseñó mi abuelo es que no hay que dejar que las abejas se mueran, siempre hay que defenderlas. Porque las abejas no sólo sirven para hacer la miel, sino para polinizar nuestros alimentos, lo que consumimos. Eso las comunidades mayas lo tenemos muy claro: es un servicio que nuestras abejas nos están dando. Y gratis”.
Lo que se viene
Lo más seguro es que, como lo insinúa en su comunicado, Monsanto impugne las decisiones de los jueces de Campeche y Yucatán. Y un tribunal superior bien puede ordenar la reanudación de los cultivos de soya. Quienes apoyan los cultivos trangénicos insisten en que no hay pruebas de que hayan contaminado la miel.
A nivel global, quienes respaldan los cultivos genéticamente modificados aseguran que son indispensables para alimentar a una población mundial en aumento.
De vuelta en México, los amparos plantean enormes retos logísticos. Los jueces ordenaron que se consulte a las comunidades. El de Yucatán incluso dio plazo: seis meses. El abogado Jorge Fernández cree esto en inviable en tan corto período: hay que traducir al maya -y en un lenguaje comprensible- el proyecto. Luego viene la consulta interna no sólo entre los apicultores, sino entre sus comunidades. Además, es algo que nunca antes se ha hecho.
Leydi no tiene dudas en que, como sea, hay que consultarlos: “nosotros tenemos asambleas. Cada comunidad, cada ejido hace su asamblea por usos y costumbres y tomamos nuestras decisiones… Estamos peliando esa parte: que nos pregunten. Porque tenemos derecho a opinar. Conocemos nuestro medio ambiente, nuestra biodiversidad, porque la hemos cuidado por miles de años”.
Según recuerda para BBC Mundo la periodista Elva Mendoza, los permisos para cultivar maíz transgénico -contra el que también se han presentado fuertes protestas- se encuentran asimismo suspendidos desde el año pasado por la interdicción de un juez que recibió una demanda colectiva. Según Mendoza, las transnacionales afectadas, entre ellas Monsanto, ya interpusieron los recursos jurídicos necesarios.
Leydi Pech tiene la esperanza de que la Suprema Corte de Justica de México “atraiga” los casos y de un dictamen definitivo.
Mientras tanto, lo que ha ocurrido con Leydi y sus compañeros apicultores es visto por sus simpatizantes como otra victoria local en medio de una enorme batalla global.
¿Qué dice Monsanto?
Desde su sede en México se indica que la gigante trasnacional, especializada en investigaciones tecnológicas agrícolas (en su sitio de internet dicen que invierte US$2 millones diarios en investigar), no está concediendo entrevistas sobre el tema.
Sin embargo, luego del dictamen en Yucatán dio a conocer un comunicado en el que fija su posición, el cual fue entregado a BBC Mundo.
En él se indica que “cualquier afectación resultante de la liberación de organismos genéticamente modificados debe ser evaluada por las autoridades competentes en estricto apego a la ley y con base en evidencias y estudios científicos concluyentes”.
Se agrega que durante la rueda de prensa en la que se dio a conocer el fallo “terceros distintos a quienes interpusieron el amparo” divulgaron información “que genera confusión ante la opinión pública”.
Esa información, añaden, también “ignora la afectación que incide sobre los productores de soya de la región, quienes han subsistido su cultivo durante años y tienen derecho a acceder de forma voluntaria a mejores tecnologías agrícolas en beneficio propio de sus familias”.
En el comunicado también se anuncia que Monsanto está analizando el amparo “a efecto de interponer los recursos que por ley le asisten para defender sus derechos”.
Además de en México, Monsanto sostiene -o ha sostenido- batallas jurídicas en diferentes partes del mundo, como Estados Unidos, Brasil (donde los cultivos trasngénicos ya superarían a los naturales), Chile o Francia.
La miel de la melipona
México es el tercer exportador de miel a nivel mundial (detrás de Argentina y China) y el sexto productor global. Según reportes, anualmente se producen en este país unas 57 mil toneladas de miel.
Más del 40% de la miel mexicana proviene de la llamada península de Yucatán, que se adentra como una espuela en el Mar Caribe y que incluye al estado del mismo nombre, así como a Campeche y Quintana Roo.
Casi la totalidad de la miel que produce la península -donde unas 30 mil familias dependen de su cultivo- se exporta a la Unión Europea. Uno de los temores que existen entre los apicultores es que la UE rechace su miel si encuentra que supera los limites aceptados de polen transgénico.
Y la miel más preciada de Yucatán es la que proviene de la abeja melipona, que puede venderse hasta por diez veces el precio de la miel común.
La voz de Leydi Pech se endulza cuando habla de ella.
“Es una abeja ancestral que los mayas hemos utilizado por mucho tiempo. Para nuestro consumo y para curarnos. Lo que tiene de especial esta abejita es que selecciona la floración que recolecta. También produce menos cantidad de miel”, dice a BBC Mundo con el español golpeado que caracteriza a los maya-hablantes.
Luego, un toque de hiel: “es una abeja que está en peligro de extinción en la península de Yucatán”.
El cultivo de la miel entre los mayas es prehispánico. En un estudio, la doctora Alejandra García Quintanilla, de la Universidad Autónoma de Yucatán, indica que tanto en la cerámica del período maya clásico (200 a 1.000 DC), como en los libros del Chilam Balam, se encuentran testimonios sobre la importancia de este néctar en la vida de las comunidades indígenas.
Es un conocimiento que sigue vivo: Leydi aprendió todo lo que sabe de la apicultura a los doce años, de su abuelo. Él, a su vez, recibió el saber de sus padres.
“Lo que más recuerdo de lo que me enseñó mi abuelo es que no hay que dejar que las abejas se mueran, siempre hay que defenderlas. Porque las abejas no sólo sirven para hacer la miel, sino para polinizar nuestros alimentos, lo que consumimos. Eso las comunidades mayas lo tenemos muy claro: es un servicio que nuestras abejas nos están dando. Y gratis”.
Lo que se viene
Lo más seguro es que, como lo insinúa en su comunicado, Monsanto impugne las decisiones de los jueces de Campeche y Yucatán. Y un tribunal superior bien puede ordenar la reanudación de los cultivos de soya. Quienes apoyan los cultivos trangénicos insisten en que no hay pruebas de que hayan contaminado la miel.
A nivel global, quienes respaldan los cultivos genéticamente modificados aseguran que son indispensables para alimentar a una población mundial en aumento.
De vuelta en México, los amparos plantean enormes retos logísticos. Los jueces ordenaron que se consulte a las comunidades. El de Yucatán incluso dio plazo: seis meses. El abogado Jorge Fernández cree esto en inviable en tan corto período: hay que traducir al maya -y en un lenguaje comprensible- el proyecto. Luego viene la consulta interna no sólo entre los apicultores, sino entre sus comunidades. Además, es algo que nunca antes se ha hecho.
Leydi no tiene dudas en que, como sea, hay que consultarlos: “nosotros tenemos asambleas. Cada comunidad, cada ejido hace su asamblea por usos y costumbres y tomamos nuestras decisiones… Estamos peliando esa parte: que nos pregunten. Porque tenemos derecho a opinar. Conocemos nuestro medio ambiente, nuestra biodiversidad, porque la hemos cuidado por miles de años”.
Según recuerda para BBC Mundo la periodista Elva Mendoza, los permisos para cultivar maíz transgénico -contra el que también se han presentado fuertes protestas- se encuentran asimismo suspendidos desde el año pasado por la interdicción de un juez que recibió una demanda colectiva. Según Mendoza, las transnacionales afectadas, entre ellas Monsanto, ya interpusieron los recursos jurídicos necesarios.
Leydi Pech tiene la esperanza de que la Suprema Corte de Justica de México “atraiga” los casos y de un dictamen definitivo.
Mientras tanto, lo que ha ocurrido con Leydi y sus compañeros apicultores es visto por sus simpatizantes como otra victoria local en medio de una enorme batalla global.
Fuentes:
La Jornada
Regeneración
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