domingo, 20 de mayo de 2012

LEYENDAS GUARANÍES: MBURUKUYA - EL POMPERO - LUISÓN - LOS ISONDÚES - AGUAPÉ - ISAPÍ - LA HIEDRA - ANAHÍ, LA FLOR DEL SEIBO ....

LA LEYENDA DE MBURUKUYA.
La k más me gusta es la de esa flor que nace de un corazón enamorado hasta ofrecer la vida para permanecer junto al amado....
La Leyenda de Mburucuyá - I
Mburukujá era una hermosa doncella española que había llegado a las tierras de los Guaraníes acompañando a su padre, un capitán del ejercito de la Corona.

Mburukujá no era su nombre cristiano, sino el tierno apodo que le había dado un aborigen guaraní a quien ella amaba en secreto y con el que se encontraba a escondidas, ya que su padre jamás habría aprobado tal relación. En realidad, su padre ya había decidido que ella desposara a un capitán a quién el creía digno de obtener la mano de su única hija.

Cuando le revelaron los planes de matrimonio, la joven suplicó que no la condenaran a consumirse junto a un hombre que ella no amaba, pero sus ruegos solamente lograron encender la cólera de su padre. La doncella lloró desconsolada, tratando de conmover el inflexible corazón de su padre, pero el viejo capitán no sólo confirmó su decisión sino que además le informó que debería permanecer confinada en la casa hasta que se celebrara boda.

Mburukujá debió contentarse con ver a su amado desde la ventana de su habitación, ya que no estaba autorizada a salir a los jardines por la noche y difícilmente lograba burlar la vigilancia paterna. Sin embargo, envió a una criada de su confianza para que lo informara sobre su su triste futuro.

El joven guaraní no se resignó a perder a su amada, y todas las noches se acercaba a la casa intentando verla. Durante horas vigilaba el lugar, y sólo cuando se percataba de que los primeros rayos del sol podían delatar su posición se retiraba con su corazón triste, aunque no sin antes tocar una melancólica melodía en su flauta.

Mburukujá no podía verlo, pero esos sonidos llegaban hasta sus oídos y la llenaban de alegría, ya que confirmaban que el amor entre ambos seguía tan vivo como siempre. Pero una mañana ya no fue arrullada por los agudos sones de la flauta. En vano esperó noche tras noche la vuelta de su amado.

Imaginó que el joven guaraní podría estar herido en la selva, o que tal vez había sido víctima de alguna fiera, pero no se resignaba a creer que hubiese olvidado su amor por ella.

La dulce niña se sumió en la tristeza. Su piel, otrora blanca y brillante como las primeras nieves, se volvió gris y opaca, y sus ojos ya no destellaron con hermosos brillos violáceos. Sus rojos labios, que antes solían sonreír, se cerraron en una triste mueca para que nadie pudiera enterarse de su pena de amor. Sin embargo, permaneció sentada frente a su ventana, soñando con ver aparecer algún día a su amante. Luego de varios días vio entre los matorrales cercanos la figura de una vieja india. Era la madre de su enamorado, quien acercándose a la ventana le contó que el joven había sido asesinado por el capitán, quien había descubierto el oculto romance de su hija. Mburukujá pareció recobrar sus fuerzas, y escapándose por la ventana siguió a la anciana hasta el lugar donde reposaba el cuerpo de su amado. Enloquecida por el dolor cavó una fosa con sus propias manos, y luego de depositar en ella el cuerpo de su amado confesó a la anciana madre que terminaría con su propia vida ya que había perdido lo único que la ataba a este mundo. Tomó una de las flechas de su amado, y luego de pedirle a la mujer que una vez que todo estuviera consumado cubriera sus tumbas y los dejara descansar eternamente juntos, la clavó en medio de su pecho. Mburukujá se desplomó junto al cuerpo de aquel que en vida había amado.

La anciana observó sorprendida como las plumas adheridas a la flecha comenzaban a transformarse en una extraña flor que brotaba del corazón de Mburukujá, pero cumplió con su promesa y cubrió la tumba de los jóvenes amantes. No pasó mucho tiempo antes de que los indios que recorrían la zona comenzaran a hablar de una extraña planta que nunca antes habían visto, y cuyas flores se cierran por la noche y se abren con los primeros rayos del sol, como si el nuevo día le diera vida.
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La Leyenda de Mburucuyá - II
También es llamada granadilla o flor de la pasión, esta enredadera o trepadora cuyo nombre científico es pasiflora y que significa precisamente flor de la pasión, crece en todo nuestro litoral y en el norte húmedo. Lo más curioso es su flor, en la que la imaginación popular ve la corona de espinas que le pusieron en la cabeza a Jesús, los tres clavos con que fue fijado en la cruz, las cinco llagas que laceraron su cuerpo y las cuerdas con que lo aprisionaron. Su fruto pequeño como un huevecillo y anaranjado, encierra unas semillas rojizas que se interpretan como las gotas de sangre coagulada que brotaron de las heridas del santo cuerpo. Todo este simbolismo cristiano se completa con la leyenda guaraní que conocemos y que relata lo siguiente:
Esta es la otra leyenda de la pasionara o MBURUCUYÁ...
Un sacerdote llegado a las misiones del nordeste argentino con el propósito de predicar las enseñanzas del Divino Maestro, cruzaba todos los días la selva en busca de indios para convertir. Cierta vez al cruzar una picada, oyó el angustioso lamento de una niña que perseguida por un yaguareté, se había refugiado en las ramas de un débil árbol. Hacia allí se dirigió resueltamente el misionero, atrayendo sobre sí la furia del yaguareté, mientras gritaba a la desolada criatura que huyera velozmente para salvarse.
Mientras tanto la fiera, dejando una presa por otra, se abalanzó sobre el sacerdote, y con zarpazos terribles y potentes destrozó su vida. La sangre regó el blando suelo, sobre el que al poco tiempo nació una planta, el mburucuyá o pasionaria, cuya flor recuerda al mundo la belleza de sufrir por el bien de los demás...
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Nota Extraído de Espacio Permacultura - Los jesuitas, identificaron la flor del mburucuyá con los atributos de la pasión cristiana: la corona de espinas, los tres clavos, las cinco llagas y las cuerdas con que ataron al Jesús en el Calvario. Y en los rojos e irregulares frutos, los religiosos creyeron ver las gotas coaguladas de la sangre de Cristo. Esta flor tan singular, se cierra como si se marchitara al ponerse el sol, y se abre cobrando su brillo natural cuando amanece.

Origen: Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay. Crece espontáneamente en los alrededores de Buenos Aires, especialmente en la selva marginal (Delta del Paraná, orillas del Río de la Plata). Es cultivada como enredadera ornamental y medicinal.

Una de las flores con nombre más llamativa y simbólica es la pasionaria o passiflora. La también llamada flor de la pasión fue encontrada en Perú a principios del siglo XVI y pronto se extendió por Brasil, México, Estados Unidos y las Antillas. Este nombre lo ostenta desde el siglo XVII, cuando el Papa Pablo V consideró que era la representación de la Pasión de Cristo, por los filamentos que componen la flor y que evocan a la corona de espinas de Jesucristo; además, los estambres representarían las cinco heridas en su cuerpo, los tres estilos, los clavos de la cruz y los pétalos, a los doce apóstoles.

Existen 400 especies del género de la passifloráceas. Son lianas trepadoras que llegan hasta los 9 metros de altura, con los tallos leñosos y la raíz perenne. Sus flores de unos 5 centímetros de diámetro, desprenden un aroma agradable y varían desde colores como el blanco hasta el rosa, pasando por el lavanda pálido o malva. La corona está formada por pétalos rodeados de un círculo triple compuesto por finos filamentos.

Propiedades curativas: Los guaraníes han utilizado esta planta desde siempre para elaborar cataplasmas con las que trataban quemaduras, heridas e inflamaciones. La flor , que nace en primavera, contiene compuestos que le otorgan propiedades analgésicas -calma el dolor-, ansiolíticas -calma la ansiedad-, y se puede usar como sedante hinóptico suave, así como aplicarlo para paliar la hipertensión arterial.
Una infusión hecha con esta flor puede tener grandes beneficios, pero es importante tomar siempre compuestos prescritos por el médico, ya que puede tener efectos adversos por un uso inadecuado como vómitos o taquicardias.
El fruto de tamaño de un huevo y con un color amarillento, aparece a finales de verano o a principios de otoño; es comestible, pero sólo si está bien maduro, ya que de lo contrario puede ser tóxico y provocar daños en el estómago. Si la dosis es muy elevada puede derivar incluso en inconsciencia y alucinaciones.
Esta flor es, sin duda, una especie versátil, tanto por sus características medicinales como por su gran valor ornamental, exuberante y exótica.
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PERSONAJES DE LA LEYENDA GUARANÍ

Acompaña el tema musical: Guarania instrumental Canto al Paraguay

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EL POMPERO: LEYENDA GUARANÍ
El pombero es un ser de la mitología guaraní (es un ser bajo, negro, de tremenda fuerza, capaz de mimetizarse, y que se hace sentir atraves de un silvido)...son incontables las historias de muchas personas k cuentan haberlo visto... Esta versión es una animación basada en un Cuento de Neli Garrido, en"Leyendas argentinas", editorial Plus Ultra.
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LUISÓN: LEYENDA GUARANI
LUISÓN; Cuentan que no es nada bueno que en un hogar nazcan, sucesivamente, siete hermanos varones. A menudo, el séptimo se volverá Luisón. Y dicen que para evitarlo, apenas nazca ese niño, sus padres deben bautizarlo en siete iglesias y hacerlo apadrinar por el Presidente de la República. Solo así se salvará. Al contrario, si no se hace caso del augurio y crece sin esos auxilios, cuando se cumpla su tiempo, una tarde cualquiera se pierde; se va tan lejos que llega a sitios donde nadie vive, y allí se desnuda. Después comienza a blasfemar, a arañar la tierra y a cambiar enteramente de voz; se revuelca en el pastizal varias veces, y al levantarse, con los ojos incendiados, sus uñas se hacen garras y su piel se torna pelambre. Cuando sale de ahí, es irreconocible, pues se ha convertido en un corpulento perro negro, de enorme cabeza y pelo hirsuto, con la lengua colgando y las fauces babeantes, fétido a más no poder. Si algún vecino se topa con él, atemorizado, mira de soslayo al Luisón; los perros aúllan a su paso, siguiéndolo de cerca, todos con el rabo entre las piernas. De allí, dicen que llega al cementerio y se pone a cavar en las tumbas recientes: despedaza los cuerpos que ha desenterrado, se revuelca en ellos largo rato, y al retirarse, se lleva un trozo para devorarlo. Dicen que solo con los muertos procede de tal manera. A los vivos solamente los muerde, en el caso de que se topen con él; incluso a sus parientes los muerde, puesto que, desde luego, no reconoce a nadie. Pero no puede matar a nadie, porque Nuestro Señor no le permite. A veces se limita a tocarnos. En tal caso, se dice que, si sentimos de pronto una mano helada que nos roza en la oscuridad, sin que sepamos qué es, ése es Luisón; se dice también que en la ocasión, el que es tocado por Luisón se encuentra cercano a la muerte. Además, cuentan que quiere pasarnos por entre las piernas, o lamernos la frente. Si hace cualquiera de estas dos cosas, se libra ya de su maldición, trasladándonos su mal.
Al Luisón no se lo puede herir con ninguna clase de cuchillo, si este no está previamente bendito; tampoco se lo puede balear, si los proyectiles no han sido, igualmente, bendecidos y marcados en cruz. Se dice, asimismo, que podemos capturar al Luisón, si es que aceitamos una rama de ruda y asperjamos en cruz al animal, pronunciando al mismo tiempo su nombre al revés, muchas veces; de ese modo, el Luisón languidece y cae en profundo sueño. Al comienzo, echará espumas por la boca y no despertará hasta el alba. Entonces se sabrá quién realmente es ese Luisón, haciendo de las suyas entre los vecinos, y se lo expulsará del poblado.


LUISÕ REHEGUA; Peteĩ ógape onaséramo ojoisýire siéte kuimba’e ojoyke’y ndaje, ndaha’éi mba’e porã. Pe sieteha peguágui oikose Luisõ. Ha ani haguã oiko chugui ndaje, onase rehe voi isy ha itúva omongaraika va’erã chupe siéte tupaópe ha ohupika va’erã Tendota guasú-pe. Upéicharamo añoite ojesalva. Katu no-ñepenáiramo hese ha okakuaa upéicha, ãga oguahẽ vove chupe la itiénpo, peteĩ ka’arúpente okañýma. Oho mombyry porã, mavave oiko’ỹhápe, ha upépe oñemboipaite. Uperire oñemoĩ ijuru tie’ỹ, oikarãi yvy ha iñe’ẽ umía oñekambiapaitéma. Ojapajeréi kapi’ipépe heta vése ha upégui opu’ãvo la hesa hendýma, ipyapẽ umíva ipukupaite ha haguepaite opárupi. Opu’ãvo upégui, mavavéma ndoikuaavéi chupe. Oikóma chugui peteĩ  jagua hũ guasu, akã hy’akua, akãrague avovi; ijuru ryjuipa ha ikũsẽmba ohóvo, mba’e ne jerépe. Oĩramo vesíno oñugueitĩva hendive, hesa yképente voi omaña hese. Jagua umía oguahupa hese, ha osegi sãmbuku chupe hikuái, huguái hakambykuápe joaite. Upéva ndaje oho oguahẽ sementériope ha oñemoĩ ojo'o umi omano ramóva oñeñotỹha. Omboja’opa ndaje la tetekue ha oñembya-pajeréi hi’ári are porã, ha upéi ohokuévo ogueraha michĩmi ho’u haguã.
Omano va'ekue rehente ndaje upéicha ojapo. Oikovévape ndaje oisu'únte, péicha osẽmbaite jave chupe oimo’ã’ỹhágui hamba'e. Ipariénte entérope ikatu oisu’u, si ha’e ningo ndoporokuaái voi. Hakatu ndaikatúi ha’e oporojukávo, Ñandejára nopermitíri chupe. Sapy’ánte ikatu opoko ñanderehe. Upéva rehe oje'éva la ñañandúramo sapy’ánte ipo ro'ysã vaíva opoko ñanderehe pytũmbýpe, ha ndajaikuaái mba'épa, upéva ha'e Luisõ. Upéicha ha'e ojapo máva oho potáva hína rehente, oje'éva. Ohasase ndaje avei ñane rakamby kua rupi, ỹrũ ñandehe-reise ñande syvápe. Upéicha ojapóramo ñanderehe ndaje, ha'e ojelivráma imba'asãgui ha ohejáma ñanderehe mba’e vai.
Luisi rehe ndoikéi mba'evéichagua kyse, ndaha'éiramo ikarai pyre. Ha avei vála, ndaka’éiramo oñemonguaí ha oñemongurusu pyréva. Oje'e ningo Luisõ ikatuha jajagarra, ñamopo’ẽramo rrúda rakã aséitepe ha jahypãi kurusu pype ichupe. Upekuévo ndaje ja’e va’erã héra oguývo heta vése ha upéichape ikangy Luisõ ha ho’a oke. Ijypyrã ndaje ijuru ryjuipa, upéi ãga oke ko’ẽmba peve. Ha upéichape ojekuaa mávapa la Luisõ, oikóva oñemotie’ỹ lo vecino apytépe, ha oñemosẽ tekohágui.
(portal guarani)


El lobisón, conocido como Luisito, Juicho, Luisón o Luisõ, 
Es el séptimo y último hijo varón de Tau y Keraná y uno de los monstruos legendarios de la mitología guaraní.
Esta leyenda cuenta que el lobisón, en las noches de luna llena de los viernes, se transforma en un "animal" mezcla de hombre y lobo.


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LOS ISONDÚES: LEYENDA GUARANÍ


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AGUAPÉ: LEYENDA GUARANI
Del libro "Leyendas guaraníes" de Ernesto Morales, 1923.
Vocabulario: Mburuvichá: jefe de la tribu. Tupä: Ser supremo de la mitología guaraní. Sarandí: arbusto de las márgenes de los ríos. Achira: planta propia de parajes bañados por las aguas. Payé: hechizo, sortilegio. Ñandé Yara: Ser Supremo, el Gran Espíritu. Caburé: ave de presa. Urutaú: ave nocturna
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ISAPÍ: LEYENDA GUARANI
Del libro "Leyendas guaraníes" de Ernesto Morales, 1923. 
Vocabulario: Mburuvichá: jefe de la tribu. Cuñá y payeva: Bruja, hechicera

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LA HIEDRA: LEYENDA GUARANI
Del libro "Leyendas guaraníes" de Ernesto Morales, 1923.
Vocabulario: Mburuvichá: jefe de la tribu. Tupä: Ser supremo de la mitología guaraní.

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LA LEYENDA DEL SALTO ENCANTADO: LEYENDA GUARANÍ


Cuenta una Leyenda Guaraní la triste historia de la muerte de los hijos de los Caciques de dos tribus enemigas, cual Montescos y Capuletos, la hermosa Yete’i y su amado Cabure’i en medio de una pelea entre ambas parcialidades. La joven para impedir que su amado entrase al combate se abraza a él y las flechas los matan a ambos. En ese lugar nació el arroyo Kuña Piru, y como el Dios Tupa quiso enseñarles a los hombres lo que era la perfección del amor creo El Salto Encantado. El agua cristalina que corre por allí, encajonada en su recorrido por abundantes cortinas de vegetación, da cobijo a una variada y abundante fauna como coloridos tucanes, pavas de monte, el uru, la urraca azul, los vencejos y el yeruvá.
Es maravilloso el entorno de este lugar ubicado en el corazón de la Provincia de Misiones en el que no faltan microambientes generados en las rocas y paredones, donde crecen curiosas bromelias y pequeños cactus, por las permanentes lloviznas de los saltos. Por los senderos, rodeados de guatambú blanco, cedros, alecrin, grapia, la palma pindo, laureles en flor y el loro blanco, pasean muy orondas ardillas, lagartijas e iguanas y de tanto en tanto vemos asomar algún venado, el gato onza, el hurón mayor, chanchos de monte, acuatíes y osos meleros.

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ANAHÍ, LA FLOR DEL SEIBO: LEYENDA GUARANÍ


El 22 de noviembre es el día nacional de la Flor de Ceibo.
La flor de ceibo, también denominada seibo, seíbo o bucaré,  fue declarada flor nacional argentina por Decreto del Poder Ejecutivo de la Nación Nº 138474/42 (23 de diciembre de 1942).

Crece en las regiones tropicales y subtropicales de América. En los márgenes de los ríos Paraná y Uruguay alcanza hasta 10 m de altura. Las flores nacen antes que las hojas, tienen cinco pétalos, son rojas y brillantes, y su forma recuerda a la cresta de un gallo, son grandes y de un rojo carmín.
La mayor utilidad que presta es la de ser una planta ornamental por sus hermosas flores que lucen en los lugares principales de las grandes ciudades. En general no es explotado pero tiene algunas aplicaciones.
La corteza se usa en algunas provincias para curtir cueros y la madera. Como es sumamente liviana suele reemplazar al corcho en algunas manufacturas. Se usa también para fabricar colmenas y armazones de montura. Los indios fabricaban balsas y, en algunos lugares, ruedas de carrito para transportar leña. La corteza tiene aplicaciones medicinales porque posee algunos alcaloides. De todos modos se aconseja manejarse con prudencia en las aplicaciones con fines curativos y consultar previamente a un médico.

Un equipo del Ministerio de Agricultura se dedicó a investigar cuál debía ser la flor nacional. Algunos razones porque la flor del ceibo fue elegido como la flor nacional son las siguientes: Fue la flor preferida por los habitantes de diversas zonas del país. A nivel popular en el interior y exterior ya era considerada flor nacional del país. Leyendas aborígenes la han evocado y ha sido fuente de inspiración para diversas expresiones artísticas que enriquecieron el patrimonio cultural. Su color figura entre los que posee el escudo de la República Argentina. (portalplanetasedna)

El Decreto Nacional
EL CEIBO, LA FLOR NACIONAL
La flor del Seibo o Ceibo ("Erythrina crista-galli") ha sido declarada flor nacional.
En acuerdo de ministros, el Poder Ejecutivo ha dictado un decreto declarando a la flor del seibo, flor nacional.
La resolución del Gobierno aprueba de tal manera lo actuado por la comisión especial designada al efecto, la que en un intenso e interesante informe, que en su oportunidad se diera a conocer, aconsejó la adopción en forma oficial de la flor mencionada.
La comisión, que realizó los estudios pertinentes sobre los diversos antecedentes y proposiciones presentadas a consideración de la misma, estuvo presidida por el doctor Ricardo Helman, oficial mayor del Ministerio de Agricultura, integrándola, además, como vocales, los señores : profesor José F. Molfico e Ing. Agr. Franco E. Devoto, por el Ministerio de Agricultura; Dr. Carlos Obligado, por la Facultad de Filosofía y Letras; Ing. Agr. Emilio A. Coni, por la Academia de la Historia; Ing. Agr. Lorenzo R. Parodi, en representación del Museo de La Plata; Ing. Agr. Arturo Burkart, por el Instituto Darwinion; Dr. Horacio C. Descole, por el Instituto Lillo (Tucumán), e Ing. Agr. Alberto V. Oitavén.

El decreto del Poder Ejecutivo es el siguiente:
El Poder Ejecutivo Nacional, Buenos Aires, diciembre 2 de 1942
Visto el informe presentado por la comisión especial designada por el Ministerio de Agricultura para proponer la flor que pudiera ser consagrada flor nacional argentina y de cuyas actuaciones se desprende:
a) Que la flor del seibo ha merecido la preferencia de gran número de habitantes de distintas zonas del país, en las diversas encuestas populares promovidas por órganos del periodismo y entidades culturales y científicas,
b) que estas circunstancias han determinado el conocimiento de la flor del seibo en casi todos los países de Europa y América, donde ya figura, en virtud de dichos antecedentes, como representante floral de la República Argentina,
c) que la flor del seibo, cuya difusión abarca extensas zonas del país, ha sido evocada en leyendas aborígenes y cantada por poetas, sirviendo también de motivo para trozos musicales que han enriquecido nuestro folklore, con expresiones artísticas de hondo arraigo popular y típicamente autóctonas.
d) que el color del seibo figura entre los que ostenta nuestro escudo, expresión de argentinidad y emblema de nuestra patria.
e) que además de poseer el árbol del seibo, por su madera, aplicaciones industriales, su extraordinaria resistencia al medio y su fácil multiplicación han contribuido a la formación geológica del delta mesopotámico, orgullo del país y admiración del mundo.
f) que diversas instituciones oficiales, civiles y militares, han establecido la plantación del seibo al pie del mástil que sustenta nuestra bandera, asignándole así un carácter simbólico y tradicionalista,
g) que por otra parte no existe en la República una flor que encierre características botánicas, fitogeográficas, artísticas o históricas que hayan merecido la unanimidad de las opiniones para asignarle jerarquía de flor nacional, por lo que las predilecciones, como se ha puesto de manifiesto en las encuestas y concursos llevados a cabo,
h) que además no existe la posibilidad de que una determinada planta abarque sin solución de continuidad toda la extensión del país por la diversidad de sus condiciones climáticas y ecológicas,
i) que la opinión de la mayoría de los miembros de la mencionada comisión especial, después de analizar en sus distintos aspectos la cuestión, se ha pronunciado en el sentido de que sea el seibo el exponente floral de la República Argentina.
Por todo ello,
El Presidente de la Nación Argentina, en acuerdo general de ministros,
DECRETA:
Art.1°. - Declárese flor nacional argentina la flor del seibo.
Art.2°. - El Ministerio de Agricultura adoptará las medidas necesarias para que en los locales de la primera Exposición Forestal Argentina a inaugurarse el 24 del corriente mes en esta capital, estén representados el árbol y la flor del seibo.
Art.3°. - Comuníquese, archivesé y dese a conocer.

DECRETO N° 138474/42
Descripción botánica. Erythrina crista-galli.
Árbol con la edad corpulento, de 5-10 m. de alto (a veces arbustivo) de madera blanca, blanda; tronco hasta 70 cm de diámetro.
Y más, corteza suberosa resquebraja, persistente ; ramas arqueadas, glabras con ápice delgado que suele secarse, aguijones raros recurvos, dispersos, similares a los de una rosa, también 1 ó 3 en la cara inferior del pecíolo y hasta en el nervio principal del folíolo. Follaje caduco de invierno.

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-Recopilación por Maxo Morer para Prensa Libre Pueblos Originarios-
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